65 Reflexiones - Palabras salvavidas (Mateo 14.25-27)
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¿Sientes que estás atravesando una “tormenta” en tu vida? O ¿Te hallas luchando contra la corriente del mundo?
Los Apóstoles de Jesús también tuvieron un momento en el que se hallaron luchando contra la corriente en medio de una tormenta y se sintieron morir. Pero ese evento estaba planeado para que conocieran de Jesús una faceta que confirmaría su fe en Él y les daría la fuerza que necesitarían para seguir yendo “contra la corriente” a lo largo de su ministerio y vida cristiana.
Consideremos ese momento:
Mateo 14.25-27
“Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!”
Jesús había hecho que sus Apóstoles se adelantaran en su viaje por el mar de Galilea mientras Él pasaba un tiempo de oración, pero esa noche se levantó una gran tormenta que impidió el avance de la barca y puso en riesgo sus vidas, causando en ellos un desespero, que los llevó al límite de sus capacidades.
Pero mientras eso sucedía en medio del mar, Jesús estaba observando desde la distancia lo que pasaba con la barca y oraba a Dios por sus discípulos. Y cuando fue el tiempo, se acercó a ellos.
Es posible que halla tormentas en nuestra vida…
En las que parece que Jesús no interviene a nuestro favor, pero, a pesar de ello podemos confiar en su ayuda, porque así como lo hizo con los Apóstoles, Él conoce a la perfección lo que vivimos, está atento a responder a nuestro favor y en su tiempo lo veremos obrar.
Pero, era necesario que ese tiempo de sufrimiento sucediera en la vida de esos hombres, porque gracias a ello, serían testigos de una señal muy reveladora de la persona de Jesús:
Verlo caminar sobre el agua.
Y es que eso no era cualquier cosa. Era una señal que solo podía ser hecha por Dios, y que al verla en Jesús, le revelaba a sus Apóstoles, su naturaleza divina, su identificación con Dios, con sus atributos y su autoridad, tal como lo dijo Job:
“Dios es el que […] anda sobre las olas del mar” (Job 9.5,8)
Pero cuando Jesús notó el terror que estos hombres expresaron cuando le vieron andar sobre el agua, Él les dijo:
“¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!”
Una frase tan corta pero tan poderosa, que fue suficiente para apaciguar sus corazones.
Y así como tranquilizó el de ellos, también puede tranquilizar el nuestro, porque la certeza de la presencia de Jesús con nosotros, nos da la paz que necesitamos para hacer frente a las circunstancias que vivimos.
Y nos insta a…
- Tener ánimo
Mantenernos firmes, constantes, ser fuertes, seguir el camino de Jesús, y a…
- No temer
No creer que lo que nos pasa está por encima de nuestro Señor, no creer que estamos solos, indefensos y sin fuerza para superar lo que nos amenaza, porque…
El “Yo soy” está con nosotros
El que creó los cielos y la tierra, el que le habló a Moises en el desierto y lo comisionó para liberar a su pueblo de Egipto, el eterno, el Dios de Abraham, el que entregó su vida por amor y luego volvió a tomarla para darnos la vida eterna.
El mesías, que además de ser hombre es Dios mismo: Jesús. Para el que no hay nada imposible, al que ha sido sometido todo y delante del que se doblará toda rodilla.
Ese es el gran Yo soy que nos acompaña, que está con nosotros y que afirma nuestros pasos aun cuando ellos deban ser dados en medio del mar.
Así como esas palabras fueron para ellos, también lo son para nosotros hoy, y si estamos pasando por pruebas, Él nos dice: ten ánimo, Yo estoy contigo, no temas.
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